domingo, 29 de noviembre de 2009

La manera correcta de sentar a un asesino a la mesa


Por sorprendente que pueda parecer, el gran Leonardo da Vinci nos dejó escrita cuál ha de ser la manera correcta de sentar a un asesino a la mesa: “Si hay un asesinato planeado para la comida, entonces lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquel que será el objeto de su arte (y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esa persona dependerá del método del asesino), pues de esta forma no interrumpirá tanto la conversación si la realización de este hecho se limita a una zona pequeña (…) Después de que el cadáver (y las manchas de sangre, de haberlas) haya sido retirado por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia en ocasiones puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentren sentadas a su lado…”.

Puede parecer a primera vista que estos modales ya están en desuso, pero a lo mejor esta primera impresión no es del todo cierta, recompongamos la escena en la época actual, lo primero que necesitamos es una gran mesa a la que llamaremos por ejemplo España, y un festín servido sobre ella; el plato estrella esta noche son los Presupuestos del Estado.

¿Por qué no? al fin y al cabo es el plato de moda, todo el mundo intenta hincarle el diente y a los comensales se les hace la boca agua solo de pensarlo. Por supuesto la escena requiere de unos comensales voraces de mejillas chorreantes de grasa e insaciable apetito, tan insaciable que si un comensal se despista el comensal de al lado le quitará una buena porción del plato o de la boca, que en estas cosas no se andan con remilgos. Pues bien, a nuestros comensales los llamaremos políticos, unos autonómicos, otros municipales, nacionales otros... pero eso son detalles menores.

Lo siguiente es una víctima. Esto es imprescindible ¡¡sin víctima no puede haber asesinato!! En este caso es mejor coger alguna que esté indefensa y abandonada por todos, de esta forma evitamos la siempre desagradable escena de que el asesinato se convierta en batalla campal. Así pues digamos que nuestra víctima se llama Constitución, podríamos darle otro nombre pero Constitución está bien.

Ya sólo nos falta el asesino ¿Qué tal si escogemos a algún honrado artesano? ¿Que tal un zapatero? Sí, decidido, pondremos un Asesino de Constituciones al que llamaremos Zapatero y ahora, según nuestro buen Leonardo, hay que sentarlo a la mesa junto a la víctima ¿A la izquierda o a la derecha? ¡¡¡A la izquierda desde luego!!!

Llegado el momento adecuado nuestro honrado Zapatero sentado a la izquierda de la Constitución le clavará un estatut hasta la empuñadura. Los comensales... unos por timidez mirarán al suelo distraídamente mientras todo ocurre, como el bueno de Mariano sentado a la derecha de la víctima; otros de mirada lasciva pensarán en el “bon servei” que les ha hecho nuestro asesino. Los más seguirán devorando, que no están los tiempos como para perder el apetito.

El cadáver será retirado de la mesa y las manchas de sangre (si las hubiera) limpiadas, el asesino se retirara prudentemente para no perturbar las digestiones y así además acudir presto a contarle al Gran Maestre de su logia la hazaña.

Y ésta, señores, es “la manera correcta de sentar a un asesino a la mesa”.

1 comentario:

  1. Tal como escuché el otro día a Alejo o Aleix Vidal-Quadras, efectivamente si se declara acorde a la Constitución el Estatut de Catalunya, la Contitución recibe una puñalada mortal y es una herida mortal a este sistema (eso quizás no sea tan malo) y como una vez dijeron los independentistas vascos, el Tribunal Constitucional debería llamarse Tribunal xxxxtitucional

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